”En todos los casos, lo estético, como lo lúdico, nos sustrae al estado prosaico, racional_utilitario, para ponernos en un estado secundario, bien sea de resonancia, empatía, armonía, o bien sea de fervor, comunión, exaltación. Nos pone en ese estado de gracia, en el que nuestro ser y el mundo se transfiguran mutuamente, y que se puede llamar el estado poético.
La civilización occidental contemporánea ha suplantado más o menos la alternancia vida cotidiana/fiesta por la alternancia trabajo/ocio. El ocio se deja a las iniciativas individuales, a la búsqueda del jolgorio (veladas de amigos, borracheras, comilonas, bailes) , a la búsqueda de poesía vivida (vacaciones, turismo, juegos y sobre todo amores) o por preocupación (películas, estrellas). No obstante el trabajo puede comportar poesía e incluso convertirse en poesía cuando constituye una actividad rica en iniciativa, en creatividad, en participación afectiva, como el artesano, el artista, el abogado, el tribuno”
Edgar Morin. El método. La humanidad de la humanidad. La identidad humana. Cátedra. 2003
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