Artesanía de Puebla


Historia y origen de la talavera

En los mercados y las tiendas de Puebla encontrarás artesanías procedentes de todos los rincones del estado, como piezas de plata de Amozoc, esferas navideñas de Chignahuapan o papel amate de Pahuatlán. Puebla es una de las cunas de la cultura nacional, hecho que se refleja en su gran variedad de piezas artesanales y sus reconocidas obras de arte. Nadie duda de la fama de la talavera, pero no hay que restarle mérito a los tapetes de lana de Hueyapan ni al onyx de Tecali. Los negocios del centro de la capital del estado están repletos del producto del trabajo de los artesanos poblanos.
Poco después de su fundación, Puebla ya era reconocida por su producción de cerámica fina, en especial la del estilo llamado talavera. Este estilo se desarrolló gracias a la arcilla de buena calidad que abunda en la región y al rápido progreso de los artesanos. Entre 1550 y 1570, un ceramista oriundo del pueblo manchego de Talavera de la Reina llegó a Puebla para enseñar a los locales técnicas europeas como el uso del torno de alfarería y el vidriado de estaño. La mezcla de los diseños locales con los métodos españoles dio origen a lo que se conoce como talavera poblana. La técnica de vidriado de la talavera fue usada para decorar los mosaicos que aún adornan muchos edificios de la ciudad. Más tarde se comenzó a utilizar en vasijas, platos y otros enseres. Hacia el siglo XVII la industria se había establecido sólidamente. Se formaron gremios y promulgaron ordenanzas para garantizar la calidad de las piezas. El color azul se usó sólo en las piezas más costosas debido al alto precio del mineral necesario para producirlo.


La industria del vidriado y del esmaltado del barro cocido, desconocida para los antiguos mexicanos, pasó de España a México en la segunda mitad del siglo xvi. A partir de 1580 se establece en Puebla un buen número de maestros loceros que encuentran en sus cercanías los materiales necesarios para producir cerámicas de buena calidad, y convierten a la ciudad en un centro comercial que permite la venta de sus mercancías a la ciudad de México y Veracruz.

La producción de cerámica llegó a ser muy abundante y cada locero fabricaba sus piezas a capricho, sin más que lo que imponían su propio gusto y la costumbre. A mediados del siglo xvii había tal cantidad de ceramistas que el virrey se vio en la necesidad de crear el gremio de loceros y reglamentar su oficio. Así, en 1653 se redactan en Puebla las ordenanzas que fijaron las condiciones requeridas para ser maestro del oficio, entre ellas la separación de la loza en tres géneros: fina, común y amarilla; las proporciones en que debían ser mezclados los barros para producir piezas de buena calidad, y las normas a seguir para el decorado, en las que se establecía que en la loza fina la pintura debía ir guarnecida de negro para realzar su hermosura; además se especificaban cualidades y detalles de fabricación. Llama la atención el tercer artículo, que a la letra dice: “Que no se pueda admitir a examen de dicho oficio, a ningún negro, ni mulato, ni otra persona de color turbado, por lo que importa que lo sean españoles de toda satisfacción y confianza”. Poco ha variado el proceso de elaboración de la loza. Fueron las formas y el decorado los que sufrieron una gran transformación, debido a influencias estilísticas de diferentes países y épocas.

La cerámica de Talavera, como resultado de las ordenanzas de 1653 y las ampliaciones de 1682, registró una notable mejoría; el vidriado es de un blanco bellísimo, ligeramente lechoso, uniforme, terso y brillante, en el que resaltan los azules fuerte y delgado y las características combinaciones policromas, amarillo, verde, anaranjado, azul y negro.
El auge y esplendor de la Talavera abarcó de 1650 a 1750 aproximadamente, cuando se difundió por todo el territorio de la Nueva España, Guatemala, Cuba, Santo Domingo, Venezuela y Colombia. Las luchas de independencia de las colonias, la desaparición del comercio entre ellas y la continua importación de loza y porcelana inglesas contribuyeron al cierre de los talleres por no poder competir en precio. Desde entonces se advierten periodos de mejoramiento y cambio, seguidos por otros de vulgaridad y agotamiento.

En los últimos veinte años se produce un resurgimiento con la aparición de nuevos talleres –pocos– con un sentido de empresa moderna. Todavía existen las fábricas de Guevara, de Padierna, de la Reyna y de Uriarte. Esta última fue adquirida hace diez años por un grupo inversionista que le ha dado una nueva proyección y hoy fabrica tanto los viejos modelos que les dieron fama como nuevas formas e interpretaciones. En la actualidad da trabajo a 250 empleados y exporta a Estados Unidos, Canadá, Suramérica y Europa.
Hay que mencionar por último el proyecto promovido por varias fábricas del entorno poblano y del gobierno federal para proteger la zona geográfica que contiene las materias primas características de la Talavera y que se encuentran en la zona del valle de Puebla, en los distritos de Atlixco, Cholula, Puebla y Tecali, y solicitar la declaratoria de Denominación de Origen para la Talavera.
Proceso de elaboración
El proceso de elaboración de la Talavera es casi el mismo desde la época colonial. Los barros empleados son de dos tipos: uno negro y otro blanco, que se combinan en partes iguales.
Su preparación consiste en limpiarlo, haciéndolo pasar por un tamiz, mezclarlo y depositarlo en tinas de sedimentación hasta eliminar el agua. Este proceso de “maduración” mejora la calidad y plasticidad del barro.

A continuación, el barro “se pisa”, es decir, se amasa caminando sobre el para obtener una consistencia y humedad uniformes. Después, se forman bloques y de esta forma, es almacenado.
La producción puede ser de dos maneras: en el torno, o utilizando moldes sobre los que se colocan placas de barro. Una vez realizadas las piezas, éstas se guardan en espacios sin ventilación por largo tiempo, para conseguir un secado lento.
A continuación, se realiza la primera horneada que dura aproximadamente 10 horas.
Posteriormente, se aplica por inmersión un esmalte hecho de estaño y plomo, que será la base para la decoración.
Luego, se seleccionan los diseños y los colores. Éstos se preparan con pigmentos minerales y respetando los colores característicos de la talavera poblana. 
Finalmente se realiza una segunda horneada en la que los colores adquieren su brillo y relieve característicos.



Fuentes:

1 comentario:

  1. hola buenas noches, me interesa una exposición con sus productos en nuestra plaza

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